ESTUDIO FUNDACIÓN BOFILL Universidad y FP superior, «escudo protector» frente a la exclusión

Los estudios universitarios y la Formación Profesional (FP) superior, los llamados estudios terciarios, son «un buen escudo protector» frente al riesgo de vulnerabilidad social.

Así lo ha afirmado el director de la Fundació Jaume Bofill, Ismael Palacín, en la presentación este jueves del estudio ‘Crisis, trayectorias sociales y educación’, basado en los datos del Panel de Análisis de Desigualdades (PaD) de esta entidad.

Según la investigación, elaborada por los sociólogos Xavier Martínez-Celorrio y Antoni Marín, el riesgo de vulnerabilidad se reduce en función de la formación: el más elevado se concentra entre mujeres mayores y menores de 49 años sin educación terciaria, con un 58% y un 45% respectivamente, mientras que en esta misma franja, los hombres tienen un riego menor, de 42% y el 30%, dependiendo de la edad.

En cambio, en las cotas con menos riesgo destacan, en primer lugar, los grados en Ciencias y Ingenierías, entre un 10% y un 26% –también según género y edad–; seguidos por Humanidades y Educación, entre el 11% y el 29%; Empresa y Derecho, del 12% al 31% y la FP superior, entre el 23% y el 50%.

En base a estas cifras, Martínez-Celorrio ha manifestado que los estudios terciarios, que han cursado un 41% de los catalanes de entre 25 y 64 años, se han establecido como «el nuevo umbral del bienestar», lo que plantea retos a las políticas educativas y de bienestar como, de hecho, ya advirtió la OCDE en el 2000, ha lamentado.

El análisis, con datos de entre el 2003 y el 2009, revela que el ascensor social en Catalunya está más marcado por las diferencias culturales de los padres que por la clase social a la que pertenece la familia, dado que se ha registrado un 46% de ascenso de clase, un 33% de inmovilidad y un descenso del 21%.

En referencia al eje de desigualdad cultural, la máxima equidad se ha vislumbrado en las titulaciones de Educación y FP superior, en los que los estudiantes logran graduarse independientemente del nivel de estudios de los padres, si bien los alumnos de ingeniería con progenitores universitarios tienen un 15% más de opciones de graduarse que los que tienen padres sin esta formación.

En esta línea, Palacín ha explicado que la FP es «la pasarela que realmente protege de la crisis» porque funciona como trampolín para las personas que tienen menos posición social, por lo que ha abogado por la inversión pública en este ámbito.

Aunque el descenso de clase no ha sido remarcable, el estudio sí ha detectado que entre el 2003 y el 2009, los catalanes se han empobrecido un 38%, cifra que se agrava en los jóvenes de entre 25 y 34 años, con un 44%, puesto que «la volatilidad de la movilidad de renta e ingresos es siempre más alta que la de la estructura de clases, que tiende a la persistencia».

FORMACIÓN PERMANENTE

Este análisis también ha observado que el 60% de la oferta de formación permanente la monopolizan los formados en estudios terciarios y el 47% en grados universitarios, lo que Palacín ha explicado por la «falta de políticas públicas» que están mal distribuidas y no ofrecen ofertas rentables a los menos formados.

Otro factor que ha señalado Martínez-Celorrio es que las empresas suelen invertir más dinero en los empleados más estratégicos porque les aportan más valor añadido, en cambio, la clase trabajadora es más «previsible y sustituible», con lo que la inversión es menor.

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